Un libro de concisión reflexiva y minimalista en el que asistimos a ese roce casi invisible del tiempo «que hiere la memoria», como dice Pilar Martín Gila en el prólogo, donde «la palabra aparece como materia ella misma, en sus dimensiones cognitivas y sensoriales, un acto de entrega que volverá, en retorno, a encarnarse en la lectura entendida como préstamo de la voz del otro»
Isabel Navarro