Ángela Figuera Aymerich, (1902-1984) nació en Bilbao y en esta ciudad estudió Filosofía y Letras. En 1930 se fue a vivir a Madrid, donde trabajó como profesora. En 1933 obtuvo una plaza de catedrática de instituto, se casó y tuvo un hijo en diciembre de 1936 en plena guerra civil. Terminada la guerra, sin dejar de escribir, centró su dedicación en el cuidado de su hijo y su familia, que hoy custodia y difunde su extraordinario legado poético.
En 1948 publica su primer libro, Mujer de barro, y un año más tarde, en 1949, Soria pura. Muy seguidos en el tiempo, cuando empieza a trabajar en la Biblioteca Nacional, publicó Vencida por el ángel (1950), El grito inútil (1952), Víspera de la vida (1953) y Los días duros (1953). En 1962 apareció su libro Toco la tierra. En 2017 se ha publicado una breve antología: Ser palabra desnuda. También publicó cuentos y canciones infantiles.
Escribió como una mujer que mira atenta a su alrededor, ve con claridad, siente y habla sin camuflar su voz detrás de un falso neutro. Se relacionó con las y los poetas de su tiempo y en sus poemas se dirige con frecuencia a sus compañeras de escritura y a sus amigas y familiares. Especialmente interesantes son sus consejos a otras poetas en el poema titulado “Exhortación impertinente a mis hermanas poetisas”, dedicado a Carmen Conde.
En 2018, Ediciones Tigres de Papel publica la reedición de su libro El grito inútil.