«… Tales de Mileto afirmó que el principio de todo era el agua, y Heráclito fue el primero en revelarnos el devenir en forma de río, en el que nadie se baña dos veces. De los presocráticos a Curiel hay una corriente subterránea, quizá una confluencia de aguas que viven simultáneamente en el tiempo detenido de la inmersión poética. Seres alados y míticos recorren sobrevolando este mundo en forma de ángeles rilkeanos, metamorfoseados a veces en su contrapartida oscura y demoniaca: moscas o gallos; porque esta poesía, como el agua primigenia, está siempre en movimiento y lo va cambiando todo, pero siempre resta una blancura. La presencia de lo blanco (mallarmeano quizá) tiene que ver con la amenaza de la desaparición y del silencio que acecha a toda aventura del ser.
Muchas veces ha caído la poesía contemporánea en este expediente fácil del silencio o sus sucedáneos. Miguel Ángel Curiel, sin embargo, ha aceptado el reto de escribir en el límite; se ha sumergido como nadie en aguas profundas y nos ha traído un poco de luz, para regar-alumbrar estos pasos inciertos en la tierra. Lo que su poesía nos descubre no puede ser mostrado de otra forma; lo que al lector le espera es una experiencia única, y quizá su única salvación…»
ÁNGEL LUIS LUJÁN
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