(…) Ella lo sabe al mirar la lluvia. Va a ser sacrificada y observa el agua que cae. Y es gracias al agua que llega a la visión de aquellos que, como ella, han sido y son sacrificados. Entonces desaparece el tiempo lineal, ¡qué poco importa!, y se hacen patentes las verdades atemporales de las correspondencias que nos constituyen, hilándonos en secreto como individuos en relación; como un eco remanente de/en los seres humanos de otros tiempos, a pesar de que todos seamos mortales.
YAIZA MARTÍNEZ