José Luis Nieto lleva sus Cuadros sin colgar como si fuese un hombre-anuncio: colgados en el pecho y en la espalda. Los enseña con los brazos en alto. No ha elegido cuál es la forma de olvidar más conveniente. Quizá no quiera. Prefiere hacer partícipes al resto de su desventura, a veces sin matices y a pinceladas gruesas. Sus Cuadros sin colgar son los retratos de la pérdida, paisajes con figura inacabados, un atlas dibujado una y otra vez con la intención de no olvidar nunca el camino de un improbable pero deseado regreso. Pinta con esmero todas las anécdotas pero no lo da por terminado.
Alejandro Céspedes
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