El concurso diario en el que alguien consigue ver el rayo de sol temprano sobre los goznes de hierro; o el ruido del viento entre el azahar tras la verja; o el olivo con su verde terciopelo surcado de hormigas que desfilan por el tronco ajado de cien años. Cada instante la belleza cambia y
recorre las laderas como una lengua y su beso. Así te recuerdo, Granada.
Siete cigüeñas pasan volando es un libro de tránsito, transición, despedida de una ciudad y saludo de otra.