«La sensibilidad y piedad de Leonor Báez Cabrera frente al espejo que somos, llama a la reflexión: “Llévame a casa / Donde los ángeles / Se
despojan / Del verbo que oprime”. La poeta transfigura el horror, debilita el anhelo por la muerte y busca desesperadamente conocer al otro, de cualquier época, raza, país, situación social.
Urge sentir a ese otro en la palabra, por la palabra: “Allí podré encontrar / Mi propio rostro / Y la palabra será consuelo / Para este extraño vivir”. Es entonces, cuando ahonda en el misterio de lo vivo, donde la muerte no es la preocupación, como sí lo es la importancia de estar vivo: “¿Me uno en fila / A los vivos?”»
CARMEN VERDE AROCHA